“Tú guardas en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti confía”.
-Isaías 26:3
Nos gusta tener el control; es simplemente parte de nuestra naturaleza humana. Cada vez que ocurre una calamidad, inmediatamente queremos saber el motivo. E incluso en las mejores épocas de nuestra vida, tendemos a ser cínicos y adivinar cuándo se nos acabará la suerte.
Con demasiada frecuencia nos preocupamos por preocupaciones y posibilidades que no deberían existir. Pero a medida que crecemos en nuestro caminar con Cristo, una lección que a menudo se aprende de la manera más difícil es la siguiente: no podemos saberlo todo, y no es necesario que lo sepamos todo.
Quizás no podamos pedirle a Dios una imagen del resto de nuestras vidas, pero una cosa que Él sí nos concede es la paz.
En Juan 16:33, Jesús dice: “Os he dicho estas cosas para que en mí tengáis paz.
En el mundo usted tendra tribulacion. Pero anímate; He vencido al mundo." Ahora, es importante considerar el contexto de este versículo.
Jesús acababa de terminar de predecir su propia muerte y los discípulos, aunque no entendían muy bien lo que sucedería, estaban preocupados.
En poco tiempo, serían testigos de cómo su amigo más cercano colgaba de una cruz y padecía una muerte dolorosa y brutal.
Sin embargo, Cristo mismo les aseguró que tendrían paz, incluso en ese momento.
Esta es una hermosa imagen de lo que significa mantenerse fuerte en medio del desastre.
Incluso cuando no hay esperanza, tenemos esperanza eterna en Cristo Jesús.
Podemos confiar en que Él tiene un plan para nuestras vidas y que, pase lo que pase, Él se preocupa por nosotros. Romanos 8:28 dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bueno, para los que conforme a su propósito son llamados”.
Puede ser difícil creer esto cuando nos enfrentamos a dificultades, y es aún más difícil cuando nadie puede decirnos por qué.
Pero tal vez necesitemos cambiar nuestro enfoque de la lucha temporal que tenemos frente a nosotros a la voluntad eterna de Dios.
La paz no es una sensación de falsa seguridad que mágicamente adormece el dolor. No es una panacea para todos los dolores de cabeza.
Si bien puede que no cambie nuestras circunstancias, sí nos cambia a nosotros.
Nos da la fuerza para superar todos nuestros problemas y la sabiduría para tomar las decisiones difíciles que nos esperan a diario.
Nos da algo firme e inmutable a lo que aferrarnos, mientras estamos rodeados de incertidumbre.
La paz es un recordatorio del gozo que tenemos en Cristo. Es un recordatorio de que debemos entregar nuestro control a Aquel que sabe mucho más que nosotros.
Y siempre podemos recordar las palabras de Jesús en Mateo 11:28: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.